El próximo domingo 05 de octubre los peruanos elegiremos a nuestras autoridades locales para los próximos 4 años, luego de una campaña municipal orientada –como corresponde- más a atender necesidades de carácter precisamente local o metropolitano.

En ese contexto, saludamos que por primera vez en la historia de las campañas municipales, en esta oportunidad las tecnologías de información y comunicaciones (TIC) formen parte de la agenda de diversos candidatos en distintas ciudades y distritos del país, como herramienta en diversos ámbitos de la agenda vecinal, como seguridad ciudadana o transporte público.

Si bien en algunos candidatos –cuyos nombres preferimos omitir- la alusión a las TIC o a “ciudad digital” no pasa casi de eso, una alusión (sin mayor entendimiento sobre su contenido), en días recientes Madeleine Osterling –candidata a alcaldesa en el emblemático distrito de San Isidro- ha ganado notoriedad mediática no sólo porque 4 de sus 8 propuestas vecinales son digitales, sino en particular porque ha planteado la construcción de un parque central con áreas verdes sobre la vía rápida de la avenida Paseo de la República, que contaría con acceso a un servicio de WiFi (disponible también en otros espacios públicos en el distrito).

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Independientemente de cualquier preferencia política, estas propuestas son en general técnica, económica y legalmente consistentes.

Sin embargo, queda la interrogante respecto al modelo de negocio que la candidata Osterling tiene en mente para el WiFi, es decir, quien asumirá la inversión y los gastos requeridos para su implementación y operación, y quien recibirá los ingresos y de qué fuente.

Modelos de negocio WiFi público: comparativo internacional

Para evaluar modelos de negocio que sean aplicables al caso de San Isidro, vale la pena revisar antes 2 casos cercanos de internet público gratuito, en forma total (Buenos Aires) o parcial (Bogotá).

Hemos tenido oportunidad de usar el servicio en ambas ciudades, y podemos afirmar que en Buenos Aires, el servicio es gratuito y está disponible en una numerosa lista de espacios públicos en la ciudad (incluido el “subte” o metro subterráneo), pero la calidad del servicio no es buena.

A nuestro entender, esto ocurre porque el gobierno metropolitano no sabe (de hecho, no tiene por qué saberlo) cómo gestionar el servicio WiFi, en el sentido de que no previó el impacto del acceso gratuito no sólo sobre el número de usuarios, sino además sobre el tiempo de permanencia de estos usuarios y –más aún- la capacidad de descarga exigida por el creciente consumo de videos de toda índole.

Por tanto, el servicio enfrenta el enorme desafío de resolver esta situación con relativa rapidez, pues la respuesta de los usuarios no hace más que ejercer una presión cada vez mayor respecto a la promesa de servicio del gobierno metropolitano.

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En Bogotá, el servicio es gratuito en forma parcial, porque cada zona WiFi tiene un número limitado de usuarios simultáneos, para controlar el consumo de tráfico.

Esto ocurre así, aún cuando el municipio de Bogotá es propietario nada menos que de un operador de telecomunicaciones fijas, la Empresa de Telecomunicaciones de Bogotá (ETB), que puede aprovechar costos hundidos por desplegar WiFi en zonas donde cuente con red, de modo que cualquier subsidio necesario tiene un costo relativamente controlado.

La calidad del WiFi municipal en Bogotá es superior a Buenos Aires, aunque a futuro queda también el desafío si el crecimiento inexorable en el consumo de tráfico forzará al municipio metropolitano a reducir el número de usuarios simultáneos o introducir modalidades de acceso que incluyan alguna fuente de ingresos que compensen el incremento en los gastos operativos.

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Es con referentes como éstos que podemos identificar las opciones disponibles para San Isidro: inversión pública o privada.

Modelos de negocio alternativos

En el caso de inversión pública, el Municipio de San Isidro (MSI) conceptúa el acceso WiFi en forma similar a Buenos Aires o Bogotá (como un servicio vecinal), y que por tanto asuma su financiamiento y operación.

Al no existir un operador de telecomunicaciones estatal (Dios nos libre!), MSI debería cumplir con los procedimientos formales existentes para la selección del proveedor correspondiente en forma transparente.

Por las razones expuestas en la sección previa, consideramos que esta opción no es recomendable, porque la gestión de recursos tecnológicos no es inherente a la función municipal y, en el caso de un servicio gratuito, la natural rápida adopción del servicio induciría un fuerte crecimiento en el consumo de tráfico de internet, que obligaría a incrementar el presupuesto de gastos asociado al servicio o imponer un consumo máximo limitado por cada oportunidad en que los usuarios accedan a él, cualquiera de ambas situaciones poco deseables.

En el segundo caso, MSI puede diseñar una asociación público-privada (APP), por la cual otorgue la concesión del servicio a un operador privado, quien asuma el financiamiento y operación a cambio de un plazo de concesión razonable y una fuente de ingresos claramente definida.

En ese sentido, para que el WiFi gratuito sea sostenible en el tiempo, podemos considerar 3 fuentes de ingreso posibles:

  • Publicidad digital
  • Arrendamiento de ductos
  • Servicios municipales digitales

La publicidad digital se distingue por ser georeferenciada, y por tanto ser bastante personalizada y costo-efectiva a la medida de los locales comerciales en las zonas WiFi del distrito, quienes pagarían por dicho servicio.

Dependiendo del volumen de visitantes previsto para el parque, el modelo de APP podría considerar entregar como parte de la misma concesión la publicidad BTL en dichas zonas WiFi, algo por lo demás coherente con la aún baja penetración de la publicidad digital en el país.

El arrendamiento de ductos corresponde al despliegue de infraestructura en el distrito por cuenta del concesionario WiFi, para su alquiler a todo aquel operador con interés en desplegar fibra óptica en el distrito.

Por último, los servicios municipales digitales comprende video-cámaras de seguridad, sensores de diversa índole (por ejemplo, sensores que faciliten la gestión municipal de la contaminación atmosférica o sonora en las zonas WiFi del distrito) o pantallas digitales -ubicadas en zonas visualmente atractivas- con información sobre servicios municipales diversos de interés de los vecinos del distrito.

Estos servicios municipales digitales serían pagados por el propio municipio distrital, aunque dependiendo de la escala de negocio de los 2 servicios previos, podrían ser provistos por el concesionario como parte de la remuneración anual por el derecho de concesión durante su vigencia.

El modelo de WiFi gratuito por “responsabilidad social”

El modelo de WiFi social gratuito (como se conoce al modelo de internet público con fuentes de ingreso distintas al cobro por el acceso a internet) se encuentra en una etapa aún incipiente en el mundo, por lo cual no dudamos que puedan surgir en el camino alternativas innovadoras adicionales a las mencionadas arriba que permitan su sostenibilidad.

En cualquier caso, existe un modelo que deberíamos descartar de plano, por ofrecer una mala calidad de servicio y porque puede esconder un comportamiento poco transparente por parte de las autoridades del distrito: un operador que ofrezca el acceso WiFi gratuito sin contar de por medio remuneración de ningún tipo, únicamente como parte de su política de responsabilidad social o relaciones públicas. Este modelo debe ser inaceptable porque, al no recibir una remuneración, el operador no tiene incentivos para ofrecer un servicio de calidad, y porque al ser parte de su política de relaciones públicas con los municipios, podemos presumir una expectativa de beneficios en ámbitos no visibles al ojo público.

Este modelo ha sido aplicado por la Municipalidad Metropolitana de Lima (MML), mediante un acuerdo con Telefónica para la provisión de WiFi gratuito en el Circuito Mágico del Agua en el Parque de la Reserva, y es preocupante precisamente por la mala calidad del servicio y porque no es sencillo que los vecinos de Lima Metropolitana puedan conocer exactamente qué espera obtener Telefónica a cambio.

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No hay razón para que ese modelo resulte superior a un APP que permita el WiFi gratuito con fuentes de ingresos alternativas pensadas por los funcionarios municipales (que para eso están), y que además sea concursado en forma transparente en un proceso que convoque a diversos operadores (tales como Media Commerce, Lazus, Optical Networks, Olo, Fiberlux o Wigo), sin el menor atisbo de preferencia por un operador en particular.

#ElSanIsidroDeMadeleine y parques zonales

La propuesta de un “Central Park” en San Isidro motiva una reflexión sobre cómo extrapolar el modelo a losparques zonales de Lima Metropolitana, como espacios públicos digitales pensados para ofrecer un mayor beneficio a sus vecinos.

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Por supuesto, esta posibilidad debe tomar en cuenta 2 aspectos cruciales:

  • Los parques zonales están sujetos a una normativa que define con precisión el uso que pueden tener sus espacios. Aunque algo de esto pueda cambiar, su esencia como espacios públicos de alto impacto social debe ser mantenido
  • Una ventaja inherente a las tecnologías de información y comunicaciones (TIC) es que ofrecen un alto grado de personalización. Es decir, el modelo de San Isidro sería útil como referencia, y sobre ello concebir una plataforma de servicios específicos en cada parque que se acomoden al perfil de necesidades de los vecinos en sus respectivos distritos, que incluyan aspectos como servicios de educación, salud u otros servicios sociales para adultos mayores, niños y demás segmentos de la población, que puedan en cada caso coincidir o no con los servicios que vayan a ser pensados para San Isidro.

Con esto en mente, consideramos que los parques públicos de envergadura son un medio bastante costo-efectivo para difundir entre los ciudadanos de a pie las ventajas por el uso o adopción de servicios que las TIC ponen a nuestra disposición, para lo cual creemos que uno de los pasos iniciales es “destecnologizar” a las tecnologías, de modo que aún los usuarios menos propensos a utilizarlos los adopten en forma progresiva.