A propósito de nuestro reciente informe “Situación del uso y acceso a internet en Perú – tercer trimestre 2020”, con información procedente del INEI y de OSIPTEL, podemos resumir el notorio impacto de la pandemia sobre el consumo digital en 5 conceptos:

  • Fuerte aumento en el uso del servicio
  • Crecimiento no igual para todos
  • Lo usamos más, pero no mejor
  • Crecimiento exponencial en tráfico y velocidad
  • Drástica caída de precios.

Sobre lo primero, el porcentaje de peruanos de 6 años o más que usa internet alcanzó 70%, luego de cerrar en 57% en el año 2019.

El crecimiento de +13% que esto representa es mayor al crecimiento de +11% registrado entre los 3 años previos (2016-2019), y además el nivel de uso alcanzado equivale al doble respecto a lo registrado en el año 2010 (35%).

Debido a que la población de 6 años o más asciende a 28 millones de habitantes, tenemos entonces que Perú cuenta con 20 millones de usuarios.

De forma complementaria, internet móvil es por lejos el medio más utilizado para el acceso a internet (94% de los usuarios), bastante por encima del internet hogar (29% de hogares), mientras que las cabinas públicas de internet prácticamente se han extinguido.

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Sobre lo segundo, decimos que el crecimiento no es igual para todos por la subsistencia de importantes brechas de uso entre diferentes segmentos de la población.

Si bien la brecha de género es poco significativa, lo contrario ocurre con la brecha según nivel educativo, ámbito geográfico, lengua materna, edad y condición de discapacidad.

Al respecto, mientras que el nivel de uso promedio nacional asciende a 70%, en todos los casos mencionados encontramos segmentos de la población con un nivel de uso se encuentra en 50% o menos, en contraste con segmentos que se ubican en 80% o más.

Por ejemplo, mientras que el uso en niños de 6 a 11 años se duplicó de 36% (2019) a 70% (3T20) o incluso en el rango de 19 a 24 años el uso alcanza 91%, entre los adultos mayores (60 años o más) el uso se ubica en menos de la mitad (33%) respecto al promedio nacional. De forma similar, el uso entre peruanos de lengua materna quechua asciende a 42% y, lo más grave, a sólo 30% entre personas con discapacidad.

En conjunto, esta evidencia demuestra la clamorosa necesidad de contar con una institucionalidad y una política pública de apropiación digital en el país (inductor de demanda), de forma similar al caso de la infraestructura digital (inductor de oferta. Sin un suficiente nivel de madurez en ambos componentes, la masificación de servicios digitales y por tanto el desarrollo de una sociedad digital no es posible.

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Sobre lo tercero (usamos el internet más, pero no mejor), el uso de internet en el país sigue mucho más orientado a actividades que podemos calificar como tradicionales que a actividades emergentes.

En efecto, 80% o más de los usuarios utilizan el servicio para comunicación, obtención de información o entretenimiento, mientras que 20% o menos de los usuarios lo utilizan para comercio electrónico, banca digital o transacciones de gobierno digital.

Es interesante, sin embargo, observar la duplicación en el uso del internet para propósitos educativos, de 9% (2019) a 18% (3T20), motivada por supuesto por la necesidad masiva de migración de la modalidad presencial a remota para la educación escolar, técnica y universitaria.

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Por último, tenemos un marcado contraste entre un nivel de penetración sin mayores cambios durante los últimos 5 años en los servicios de internet móvil (entre 75% y 80% de la población) e internet hogar (entre 25% y 30% de hogares) y un crecimiento exponencial en tráfico y velocidad, respectivamente, además de una dramática caída de precios en ambos casos.

En internet móvil, el tráfico promedio por línea por mes se duplicó de 4 GB (2019) a 8 GB (3T20), mientras que en una perspectiva temporal más extensa crece nada menos que en un orden de magnitud de 70 veces respecto al nivel de 0,1 GB en el año 2014.

De forma similar, en internet fijo la velocidad promedio por conexión creció 170% entre los años 2018 (14 Mbps) y 2019 (37 Mbps), y también en una perspectiva temporal más extensa crece en 11 veces respecto a la velocidad promedio de 3,5 Mbps en el año 2015.

En sentido diametralmente inverso, el precio promedio por unidad de descarga (internet móvil) y por unidad de velocidad (internet hogar) han caído nada menos que -96% (2014-3T20) y -93% (2015-3T20), respectivamente. Difícil encontrar algún otro rubro en la canasta de consumo personal o familiar que registre un nivel similar de contracción durante los últimos años.

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Todos estos resultados confirman un salto importante en el consumo digital en el país motivado por la pandemia el año pasado, que previsiblemente continuará durante el 2021 y en adelante, debido a la creciente adopción de mayores hábitos digitales y a la necesidad de incorporar progresivamente al 30% de peruanos de 6 años de edad o más que aún no usan internet, en especial si la pandemia “llegó para quedarse”.

Según mencionamos arriba, esto nos regresa a la necesidad de priorizar en forma simultánea una mayor apropiación e infraestructura digital.

Sobre lo primero, es necesario que el nuevo gobierno en funciones desde julio del presente año construya la institucionalidad necesaria para la gestión de una política pública en estrecha articulación con todos los sectores vinculados (educación, cultura, salud, inclusión social, poblaciones vulnerables, vivienda, entre otros).

Sobre lo segundo, mayor inversión en infraestructura es necesaria para expandir la cobertura en el Perú No Conectado (que estimamos en 5 millones de peruanos) y la capacidad en el Perú Conectado.

Ambos desafíos irrogan costos.

En el primer caso, la aplicación de metodologías ágiles en el Estado Peruano (soñar no cuesta) debiera permitir que la institucionalidad mencionada consista en una articulación formal y no formal entre los diversos sectores mencionados más que en la creación de una estructura organizacional (que debiera ser ligera), y por tanto que los costos incurridos sean relativamente menores respecto al presupuesto público nacional.

En el segundo caso, la magnitud de la inversión requerida exige un esfuerzo público-privado sumamente coordinado, en el lado público mediante iniciativas como la reciente propuesta del MTC para promover mayores inversiones y en el lado privado mediante un replanteamiento de las estrategias comerciales de los operadores, que no estén orientadas a mayores reducciones de precios unitarios (poco sostenibles) sino a una mejora en la experiencia de servicio a sus clientes.

Seguiremos atentos.

PD. Informe completo disponible aquí