Mediante un documento titulado “Banda ancha e inclusión social: desafíos para el nuevo gobierno”, el 12 de julio pasado DN Consultores presentó públicamente un menú de 10 recomendaciones de política sectorial en telecomunicaciones para el gobierno entrante .
Entendiendo que el futuro de la industria (cada vez más presente) gira más en torno a los contenidos que a las infraestructuras que los soportan, nuestro menú incluyó más recomendaciones sobre contenidos (6) que sobre conectividad (4).
Por su parte, el pasado 13 de setiembre el programa Código Abierto de La Mula TV invitó a Raúl Pérez-Reyes, reconocido economista y flamante Viceministro de Comunicaciones, para comentar la presentación días atrás del Ministro de Transportes y Comunicaciones ante la Comisión de Defensa al Consumidor en el Congreso de la República.
En dicha visita al Congreso, el ministro había presentado los lineamientos de la política de telecomunicaciones que el gobierno aplicaría en el período 2011-2016.
Más allá de expresar nuestra humilde complacencia por la feliz cercanía entre tales lineamientos y nuestro menú de recomendaciones, resulta gratificante encontrar en el nuevo gobierno la convicción necesaria para atender los desafíos más críticos de la industria en el país: cobertura y competencia.
Cobertura y competencia: ¿objetivos convergentes o divergentes?
En efecto, el Viceministro Pérez-Reyes dejó en claro durante la entrevista que los 4 ejes centrales de la política sectorial serán:
– Construcción de una red dorsal nacional, gestionado por un operador neutro
– Promoción de la competencia en telecomunicaciones móviles
– Desarrollo de contenidos locales
– Desarrollo de gobierno electrónico
Muy importante, este enfoque forma rompe un paradigma que muchos en la industria han intentado establecer, en el sentido de que cobertura y competencia no son objetivos convergentes sino mas bien contradictorios, en la medida en que un estímulo “temprano” de la competencia afecta la capacidad de los operadores establecidos para financiar la expansión de la cobertura (alcance geográfico) de los servicios de telecomunicaciones.
Siendo que la expansión de cobertura (etiquetada bajo el llamativo término de “acceso universal”) es el objetivo supremo de las políticas en el sector (al igual que en otros sectores con alto impacto en el bienestar social), los hacedores de política deben –continúa el argumento- dejar el objetivo de promoción de la competencia “para más adelante”.
El modelo de operador neutro para la red dorsal nacional será el vehículo para quebrar este supuesto paradigma, poco sostenible en momentos en que la penetración móvil en el país excede ya el 100%.
Operador neutro: modelo económicamente viable y sostenible
Naturalmente, las especificaciones sobre el modelo que será aplicado para el desarrollo de un operador neutro no están íntegramente definidas, en tanto ello exige considerar aspectos que guarden coherencia jurídica, técnica y económica, lo cual exige varios meses para un diseño que permita su posterior implementación.
Sin embargo, los lineamientos sí están muy claros, y los podemos resumir en los siguientes conceptos:
– La red dorsal nacional (RDN) deberá cubrir las 195 actuales provincias del país
– El alcance a estas 195 provincias será complementado con el alcance a los 1 834 distritos actuales, mediante el uso de redes móviles, de distribución eléctrica o satelitales
– La RDN estará montada sobre fibra óptica, y será gestionada por un operador neutro
– El concepto de operador neutro corresponde a aquel operador que gestione/comercialice únicamente servicios mayoristas, no así servicios minoristas (clientes finales)
– La construcción de la RDN será financiada por agencias multilaterales
– Las tarifas para el transporte de voz y datos serán reguladas
– El “operador dorsal” tendrá un monto de ingreso anual garantizado
– El “operador dorsal” seleccionado por el Estado será aquel que en el concurso público requiera el menor monto de ingreso anual garantizado
– Una vez que el ingreso anual efectivo supere al ingreso anual garantizado en forma sostenida, el operador dorsal y el Estado compartirán los ingresos excedentes resultantes
– El “operador dorsal” construirá la red bajo la modalidad denominada BOOT (build-own-operate-transfer), que significa sencillamente que el operador de la red transferirá su propiedad al Estado peruano luego de una cantidad de años establecida (luego de recuperar su inversión)
En buena cuenta, el modelo de negocio consiste en que MTC promoverá el desarrollo de contenidos de toda índole (incluyendo gobierno electrónico), para inducir un crecimiento en la demanda de transporte de voz y datos, estimular así el crecimiento en los ingresos del operador dorsal, y en consecuencia reducir progresivamente el subsidio asociado al ingreso mínimo garantizado.
Sumado a esto, el cada vez más cercano acceso de los peruanos a servicios móviles 4G (exigentes en capacidad de red) y un razonable nivel de efectividad en las políticas de inclusión social aplicadas en otros sectores (educación, salud, interior, justicia), encontramos que el modelo de negocio ofrece –sujeto a sus especificaciones finales- suficiente consistencia para ser financieramente atractivo para los operadores (privados) en el mercado.
De esta manera, el modelo de operador dorsal neutro lograría quebrar la mencionada dicotomía entre cobertura y competencia, por cuanto permitiría el acceso masivo de las localidades en el país a una gran capacidad de transporte en forma geográficamente homogénea (“acceso universal”) y al mismo tiempo reduciría las barreras de entrada para nuevos operadores, pues les ahorraría la necesidad de tender redes propias o de recurrir a redes de otros operadores no neutros a los exorbitantes precios actuales (uno de los factores claves para entender por qué Perú es actualmente el mercado de telecomunicaciones más concentrado en América Latina).
Operador neutro “de a de veras”
Existe un solo punto en el cual mantenemos la idea de que un operador neutro lo sea en realidad, en el sentido no solo de que comercialice únicamente servicios mayoristas (sin competir con sus clientes como operador minorista), sino que además no esté vinculado a uno o más operadores que no sean neutros.
Dicho de otro modo, que los operadores hoy conocidos por los ciudadanos de a pie que contamos con el servicio de telefonía fija, telefonía móvil, TV paga o internet, no puedan ser considerados operadores neutros.
La razón es que contabilidades separadas u otra exigencia societaria relacionada no es suficiente para controlar comportamientos reñidos con la libre competencia. Existe un incentivo natural para ello, que es preferible evitar, considerando sobre todo la gran concentración de mercado en Perú.
Por lo tanto, sugerimos considerar un operador neutro real, que puedan o no operar en Perú actualmente. Como analistas de mercado, podemos dar fe que interés en explorar este caso de negocio, sí existe.
Conclusiones: ¿banda ancha para todos?
El agua es un recurso vital, y la banda ancha –guardando las distancias- lo es y será cada vez más.
De hecho, si Perú elige una estrategia de liderazgo regional en la expansión de la banda ancha (y no ser apenas un seguidor, como ha sido hasta ahora), ello debería ser un medio muy efectivo para contribuir no sólo con el sostenimiento del crecimiento económico que venimos experimentando, sino –más importante que esto- con que crecimiento económico y desarrollo humano vayan de la mano. Ojalá emprendamos dicho rumbo.