Artículo publicado el 23 de agosto por Natalia Vera y Laura Villahermosa para América Economía

 

En noviembre de 2019 Telefónica remeció la industria de telecomunicaciones con el anuncio de la puesta en venta de sus operaciones en América Latina. La compañía española daba a conocer su disposición a decir adiós a sus longevas operaciones en la región para concentrarse en los mercados de España, Brasil, Reino Unido y Alemania y ponía sobre la mesa del mercado de M&A de sus filiales en lo que denomina Telefónica Hispam, que incluye a sus operaciones en Argentina, Chile, Perú, Uruguay, Colombia, México, Centroamérica, Ecuador y Venezuela.

“Nuestras operaciones en Hispanoamérica eran hasta hace unos años el motor de crecimiento de la compañía. Sin embargo, las condiciones particulares en estos mercados han impactado en la evolución de nuestros negocios, mermando su contribución en los últimos años por distintos motivos a pesar de los enormes esfuerzos de los equipos locales, que siempre han mostrado un fuerte compromiso”, dijo José María Álvarez-Pallete, su presidente ejecutivo en comunicado en el que anunciaba esta reorganización.

En tanto, según adelantó Bloomberg, Liberty Latin America, la telco estadounidense, estaría considerando presentar una oferta por las filiales de Telefónica en Colombia y en Ecuador.

No obstante, para Telefónica vender el que fue una pieza fundamental de su crecimiento durante décadas parece no ser una tarea fácil. Durante el primer semestre de 2021, el primer paso que ha tomado para iniciar este proceso ha sido la venta parcial de su negocio de fibra óptica en Brasil, Colombia y Chile, donde mantiene participaciones de entre 50% y 40%.

Sobre la venta de la operación en Perú, el camino que Telefónica tomaría para deshacerse de parte de sus activos sería similar al de estos mercados. Y es que tras muchos meses de silencio, en una conferencia de analistas de finales de julio, Laura Abasolo, presidenta de Hispam y directora financiera del grupo, anunció que la operadora viene trabajando en la venta de su unidad peruana.

La ejecutiva destacó que Telefónica busca «modular su exposición a la región», pero dejó claro que la compañía no “malvenderá” sus empresas en Argentina, Chile, Colombia, México, Perú, Venezuela y Uruguay.

“Los negocios de redes fijas están sufriendo una transformación y eso no es ajeno a poner un activo en venta. Estamos pasando de una red básicamente de cobre o coaxial a una de fibra óptica y esta es una transformación que ya no tiene retroceso porque los usuarios demandan mayor velocidad de navegación. En ese sentido, el estado en el que esté la red de Telefónica hará más o menos atractiva la venta de su activo”, dice Roberto Baltra, director ejecutivo de la consultora Baltra Consultores.

Para Carlos Huamán, CEO de la firma especializada en telecomunicaciones DN Consultores, con un ecosistema digital en el que existe una prevalencia creciente de los servicios digitales, los habilitadores como la conectividad tienden a commoditizarse y, por lo tanto, tienden a ofrecer márgenes de rentabilidad bastante acotados para las compañías del sector.

“La evolución estratégica consiste en orientarse más a capas de servicios superiores y la conectividad queda como un complemento. Por ello, Telefónica escinde sus activos fijos, de infraestructura y los pone en un operador del cual Telefónica participa de una fracción. De esa manera sí cuenta con el recurso, pero este ya no aparece en las cuentas del balance general y por lo tanto no infla los activos. Así, las exigencias de los accionistas de rentabilidad sobre el activo son menores. Con esa reconfiguración integral de modelo de negocio, Telefónica busca realizar de la manera más ágil posible modelos de negocios innovadores, porque la alternativa de venta como tal, pura y dura clásica de los M&A toma tiempo”, dice.

En ese sentido, según el experto en telecomunicaciones Alessandro Defilippi, la venta de la Telefónica del Perú es muy complicada porque se trata de una operación con redes muy antiguas.

“A diferencia de las operaciones de la compañía en Ecuador, Chile y Colombia, donde tienen un preacuerdo con Liberty anunciado hace un par de años y siguen negociando, el caso de Perú es más complejo. Definitivamente tiene una red interesante de fibra y la está poniendo a la venta porque ya se dio cuenta de que ya no va a poder vender el paquete entero y está intentando crear subdivisiones de servicios o de infraestructura para vender poco a poco”, dice.

Más allá de la infraestructura, Telefónica tiene el «valor» de ser el primer operador local en clientes de telefonía móvil, aunque su liderazgo parece tener los días contados, según los expertos. El ejemplo más notorio de esto ha sido en el servicio de telefonía móvil, donde el operador ha experimentado una mayor caída. Según cifras del regulador Osiptel, mientras que al cierre de 2014 Telefónica mantenía el 54,3% del mercado móvil peruano y Claro, su más cercano competidor 39,2%, al cierre de 2021 la operadora solo retenía el 29,8% teniendo a Claro respirando el cuello con 29,6%. El resto del share se lo reparten Entel (22,5%), Bitel (17,8%), operadores que ingresaron en 2014 y han logrado captar una buena participación de mercado.

“Telefónica hoy sigue siendo el primero en market share en telefonía móvil, pero por muy poco. Probablemente en 2022 Claro ya sea el primero. Hay varios factores. El primero es una estrategia de precios. Claro y Entel apostaron por una estrategia de precios mucho más bajos que los de Telefónica. Segundo, uno de los grandes cambios que introdujo Entel y Claro lo replicó, fue una tarifa plana de datos que es lo que actualmente existe. Si bien no es plana al 100%, lo cierto es que con un paquete de S/ 60 o S/ 50 (entre US$ 12 y US$ 14,7) tienes una cantidad de datos que en la práctica se vuelven ilimitados. Telefónica demoró casi año y medio en replicarlo”, dice Defilippi.

Estas agresivas estrategias de los competidores obviamente afectaron financieramente a la empresa. En 2020, Telefónica del Perú registró US$ 1.816 millones de ingresos y US$ 192 millones en pérdidas. En 2019, la tendencia fue similar: US$ 2.378 millones en ingresos y US$ 343 millones en pérdidas. Asimismo, en 2020 el Ebitda fue de 18%, muy por debajo del rango predominante en años previos (25%-35%).

 

MOCHILA PESADA

Más allá del atractivo que el negocio de fibra óptica que pueda tener Telefónica en Perú o su meta de aligerar su carga de activos, la empresa en el país andino también carga con una controversia con la Superintendencia Nacional de Aduanas y Administración Tributaria (Sunat), el ente recaudador de impuestos peruano.

Se trata de una supuesta deuda tributaria que el operador de origen español no habría cancelado por concepto de retenciones a sujetos no domiciliados (uso de capacidad satelital), es decir el Impuesto a la Renta de 2000 a 2001, deuda ascendente a S/ 729 millones (cerca de US$ 178 millones).

No obstante, en 2017, la compañía interpuso un recurso de amparo ante el Tribunal Constitucional (TC) para que se deje sin efecto el cobro de esta deuda, que fue declarado fundado en febrero de este año, tras reconocerse un exceso de cobro de intereses sobre una deuda tributaria.

“El caso de Telefónica no es que no pague impuestos, sino que tiene un reclamo al Estado peruano por un conjunto de impuestos de hace muchos años por una cuestión de definición técnica”, explica Alessandro Defilippi.

Este alto nivel de endeudamiento también se da a nivel de todo el grupo. Según el reporte de Telefónica del segundo trimestre de 2021, la compañía registró beneficios por € 7.743 millones (US$ 9.089 millones), y una deuda de € 26.200 millones (más de US$ 30.700 millones) que ha venido reduciendo en los últimos meses con la venta de activos en diversos mercados no estratégicos.

Otro factor que podría contener el interés de potenciales compradores sería la misma salud financiera de la empresa y la coyuntura política y económica que atraviesa el país, tras el cambio de gobierno del izquierdista Pedro Castillo.

“La situación financiera de Telefónica es problemática hace varios años, y no es ningún secreto que el grupo corporativo está buscando liquidar varias de sus inversiones en Latinoamérica, incluido nuestro país, para hacer caja antes las mayores dificultades que, en mi opinión, enfrenta esta posible venta, es la inestabilidad y falta de confianza en el mercado peruano ante la grave crisis económica y política que estamos enfrentando y que por el momento solo avizora incertidumbre”, dice Fernando Casafranca, profesor de Pacífico Business School (PBS).

Adicionalmente, otro punto que podría jugarle en contra es la percepción del cliente local respecto a la compañía, según los especialistas. Desde su ingreso al país Telefónica del Perú en 1994 no ha destacado por su calidad de servicio al cliente, liderando muchas veces las lista de empresas con mayores reclamos en el regulador Osiptel o Indecopi. Asimismo, tras el ingreso de nuevos operadores, la compañía no solo dejó de ser el operador dominante, sino que tuvo una reacción tardía para retener y captar mayor market share.

“En los últimos tres años Telefónica ha dado pasos muy agresivos en el sentido correcto de transformación digital, tanto de experiencia del cliente como de procesos internos en diversos ámbitos”, dice Carlos Huamán. “No obstante, la preparación no era hace tres años, sino mucho antes. El cambio disruptivo en el mercado ocurrió a fines de 2013 cuando Entel y Bitel entraron a la vez. Eso no ocurrió en ningún mercado de Sudamérica y ambos entraron con mucho apetito y con un perfil organizacional distinto. Creo que le faltó anticipación, actualmente está siendo muy ágil, pero ya las condiciones de mercado son otras”.

Alessandro Defilippi coincide con Carlos Huamán, aunque refiere que la transformación digital emprendida por Telefónica sigue sin poner al cliente como centro del negocio. “Su transformación digital fue únicamente la reducción de costos. Está el ejemplo de los canales de atención, no hay un humano que conteste. La transformación digital sirve para vender, pero no para atender al cliente. Y eso es algo que las grandes compañías en el mundo ya se dieron cuenta. Pueden automatizar una serie de cosas, pero en cuanto al tema de reclamos, de quejas, de atención al cliente no pueden hacerlo al 100%. Todavía no hay un robot que logre sentir emociones”, dice.

La telefonía móvil ha sido el servicio en el que Telefónica ha perdido más terreno. Pasó de tener una participación de 54,3% en 2014 a 29,8% en 2020. Foto Reuters.

COMPRADORES POTENCIALES

El mercado peruano, a pesar de ser uno de los más competidos y tener un ARPU (ingreso promedio por usuario) cada vez más bajo, sigue siendo atractivo para otras telcos, especialmente por el potencial crecimiento de la penetración de internet. “En épocas de crisis, el oportunismo empresarial siempre encuentra terreno fértil y esta no será la excepción en el mercado peruano”, dice Fernando Casafranca.

El origen de los postores es diverso. A fines de 2019, cuando Telefónica reagrupó sus empresas y la venta de sus operaciones en varios mercados en América Latina era un secreto a voces, ya se hablaba de China Mobile como uno de los candidatos para adquirir la operación en Perú y de otros países vecinos.

“Había mucha expectativa de que tanto operadores coreanos como chinos pudieran instalarse en la región y les resultaba muy atractiva la venta de Telefónica Chile, Perú y Ecuador en un paquete, pero lo que ha retrasado esto son dos cosas que ocurrieron en todos los países a la vez: la pandemia y un cierto estallido social común en Chile, Ecuador, replicado en Colombia y también en Perú. Esto los ha hecho esperar, no es que no haya interés, solo que no es el momento. El interés persiste y va a llegar el momento indicado para invertir”, dice Roberto Baltra.

“Las dos oportunidades de compra que tendría Telefónica sería con un operador extranjero grande y solo se me ocurre uno chinos. Lo otro sería alguien que quiera hacer una apuesta en el país, que básicamente tendrían que ser los grandes grupos económicos peruanos, como el Grupo Romero o el Grupo Breca”, dice Alessandro Difilippi, quien descarta una compra por parte de sus competidores a nivel local por temas regulatorios y de competencia.

Carlos Huamán también refiere que otro perfil de potencial comprador sería una telco con operaciones en la región y que quiera sumar un nuevo país que le añada valor, adicionalmente al interés de operadores que buscan ingresar a América Latina. “No es ninguna infidencia que las inversiones chinas tienen una presencia cada vez más fuerte en América Latina y en África, más aún ante esta situación de tensión comercial entre China y Estados Unidos, que se irradia a ciertas otras regiones como Europa. Esa podría ser una posibilidad. El otro escenario es algunos nombres de quienes están en los alrededores y a quienes les falta Perú”, dice.

Sea quien sea el comprador, lo cierto es que el operador ya dio el primer paso para su retirada parcial en tierras peruanas. Aún es incierto si logrará vender todas sus unidades de negocio o si pretende quedarse con las divisiones que mayor valor aportan. Consultamos a la empresa sobre su plan de ventas en Perú, pero no obtuvimos respuesta. Lo cierto es que el mercado se mantendrá expectante sobre los siguientes movimientos de la compañía y de la posible llegada de nuevos jugadores.