Si consideramos la cantidad de conexiones a Internet existentes –unos 20 millones de líneas móviles y 2,5 millones fijas– nos podríamos sentir optimistas, pues hemos avanzado y ya hay dos tercios del país que están en línea. Y sí, los 21 proveedores de Internet en el hogar crecen en conjunto un 10% anual y los cuatro operadores móviles triplicaron su promedio de consumo de datos.

Sin embargo, todos esos esfuerzos están concentrados en unos 45 mil centros poblados y quedan otros 54 mil con, cuando menos, unos 5 millones de peruanos totalmente desconectados. Esa población está dispersa por todo el país con foco en la selva y sierra, en especial Cusco y Puno, los cuales tienen más de esas pequeñas comunidades aisladas. Y la disparidad en niveles de penetración es alta: mientras Lima posee 1,4 millones de líneas fijas (al cierre del 2018) en Puno hay poco más de 30 mil y en Amazonas, Huancavelica o Pasco no llegan ni a las 6 mil.

Todas estas cifras reportadas por Osiptel nos muestran que existe un gran reto pendiente. ¿Bastará con lo que se ha hecho hasta ahora para acortar la brecha? Las redes regionales enlazadas a la Red Dorsal que están programadas para inaugurarse este año se estima que permitirán conectar cientos de comisarías y colegios, pero el impacto ante el resto de usuarios será lento, porque se enfrentan en muchos casos al mismo problema que la Dorsal: las tarifas serán muy altas.

Desde el MTC se inició un proceso de revisión del proyecto de la Red Dorsal y sus 21 redes regionales enlazadas. Virginia Nakagawa, viceministra de Comunicaciones, asegura que el Banco Mundial emitirá a fin de mes sus alternativas de solución para optimizar el aprovechamiento. Trascendió que se barajan varias opciones, las cuales incluso contemplan acabar el contrato con Azteca y armar hasta cinco bloques por zonas (agrupando la Dorsal con las regionales) para volver a licitar.

Carlos Huamán, director de DN Consultores, considera que lo más conveniente para el país sería que se ejecute dicha integración para que el manejo de las mismas a partir del 2020 sea en conjunto y por zonas geográficas, dejando las zonas sin competencia alguna a cargo del Estado, respetando su rol estrictamente subsidiario.

ALTERNATIVAS

La vietnamita Bitel informó que ha tendido hasta ahora unos 35 mil km de fibra óptica y llega a unas 17 mil comunidades con señal 3G y 4G. Muchas veces, cuentan, iban donde no había 2G y eran recibidos con fiesta. Su estrategia es masificar y llegar donde los otros no llegan. Su desafío hoy, recalcan, es lograr elevar el consumo.

¿Bastará confiar solo en los avances de Bitel? Por lo pronto su rival Telefónica del Perú reaccionó y se ha animado a probar una alternativa nueva. Han creado un operador especial (IpT) para atender las zonas rurales en sociedad con Facebook, BID Invest y la CAF. Esto lo harán a través de redes de transporte actualmente existentes o construyendo nuevas disruptivas vías de conexión, sin descartar enlaces que no usen ni fibra ni satélite.

La nueva empresa, sujeta aun a obtener el respectivo permiso regulatorio, funcionará bajo el esquema de vender el servicio tras alquilar la red de un tercero (modelo mayorista NaaS) o por su propia infraestructura. Y no solo no descartan participar en una licitación de la Red Dorsal (de darse, serían varios rivales para la puja, como la chilena GTD), sino que tienen como meta conectar a nada menos que 30 mil de esos remotos poblados rurales para el bicentenario. Para el 2019, aclaran, la meta es beneficiar a 1,5 millones de habitantes.

¿Qué pasaría con las otras 25 mil comunidades sin cubrir? Una salida sería crear modelos atractivos para los pequeños operadores regionales, comenta Javier Sánchez, gerente de Dolphin. En las comunidades rurales solo una de cada cincuenta casas tiene banda ancha (la media país es tres de cada diez) porque son operaciones no rentables para la gran telco, por eso considera que se podrían armar una banda de espectro para innovación, la cual sería licitada solo por determinadas zonas postales (la rivera de un río, por ejemplo) y permitirá que actores locales atiendan su distrito con presupuestos acordes a su realidad por cortos períodos (tres años, por ejemplo).

Y en las zonas inhóspitas, donde no llegará la fibra, la alternativa satelital seguirá siendo la primera opción, seguida del uso de repetidoras que funcionen con la energía de paneles solares y que circulen por drones (o globos aerostáticos, como ya probó Google en el 2017). Hughes, por ejemplo, está diseñando una serie de propuestas para llegar con enlaces satelitales a esas zonas vía financiamiento público. El Estado, estiman, siempre tendrá ahí un rol ineludible e impostergable.

Artículo original publicado por Día 1 p.16